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Son cosas de magos
Como todos sabemos, Julia es una niña inteligente, graciosa e impulsiva. Pero esta vez el ser impulsiva casi le cuesta caro.
Con su mamá, su papá y Leo, su hermano menor, fueron a ver una función de circo.
Había acróbatas, payasos, malabaristas y… ¡un mago!
- ¡¡Yo soy Alcides, el mago más grannnde del mundo!! - se presentó- ¡¡Voy a hacer mi
prueba más importante, difícil y espectacular!! Haré desaparecer a alguien del público que quiera colaborar conmigo.
- ¡Yo! -exclamó Julia, que rápidamente se levantó y se dirigió a la pista.
-Buenas tardes, señorita, ¿cómo te llamas?
- Julia, pero me dicen Juli.
- ¿Estás preparada para entrar en el mundo de la magia?
- ¡¡Síii!!
- Bueno, siéntate en ese sillón. Yo te voy a cubrir con una tela y, con mis pases mágicos, vas a desaparecer por un ratito. ¿Tienes miedo?
- Un poquito.
Julia tenía mucho más que un poco de miedo, pero su curiosidad era aún mayor, así que se sentó en el sillón, el mago la tapó y pronunció las palabras mágicas.
- ¿Dónde estoy? –exclamó Julia con una mezcla de susto y asombro.
Estaba en un lugar muy raro, donde había mucha gente mirando hacia la calle. Se metió entre la gente para ver que sucedía.
- ¡Uuy! ¡qué hermoso que es esto! – gritó contenta.
Había un gran desfile. Las mujeres llevaban polleras de todos colores, azules, rosadas, verdes, coloradas y también una violeta. Los hombres vestían pantalones negros. Todos desfilaban llevando grandes carteles de distintas formas, y, en los carteles, Julia pudo distinguir a ¡los personajes de los naipes! ¡Sí, los mismos que estaban en las cartas de su mamá, pero gigantescos!
De repente, los personajes empezaron a desprenderse de las bases que los sostenían y a bailar al son de bella música; los reyes con las sotas, los caballos entre sí...
Julia bailó con ellos hasta que se alejaron para dar paso a los hombres y mujeres que venían detrás con más carteles.
- ¿Y éstos? –se preguntó. Parecen caras de soles… y son todos distintos, con los ojos abiertos, cerrados, grandes, chiquitos, con la boca sonriente, enojados…y hacen muecas, y se ríen, lloran, levantan las cejas… ¡nadie me va a creer cuando lo cuente!
Y al final, bastante más lejos, otras mujeres balanceaban unos carteles del color de sus polleras y con forma de carpa o pino, o como la punta de una flecha. ¡Y toda la gente aplaude...!
No pudo seguir mirando porque, de golpe, estaba otra vez en el sillón, el mago destapándola y la gente aplaudiendo.
- ¿Lo pasaste bien?
- ¡Muy bien!
Julia contó con lujo de detalles todo lo que había visto y, luego, un poco perturbada todavía, pero contenta, regresó con su familia.
¿Habrá sido un sueño? Quizás sí, quizás no. La magia todo lo puede.
Y, por un agujerito, se fue este cuentito.